martes, 9 de octubre de 2012

Temas recurrentes en La Metamorfosis


La Metamorfosis puede ser una de las obras más posiblemente representativas y comentadas de todo el siglo XX. No solo por la relevancia y el impacto que ha causado en la sociedad y en toda la literatura posterior, sino también por aquellos temas que trata que contribuyen, de una manera o de otra, a dar la oportunidad de extraer una enseñanza de la obra e, incluso, aprender acerca de la cultura checa o europea de la época, tal como su pensamiento, costumbres… o la vida personal del autor.

Podemos apreciar un total de cuatro temas, que abarcan tanto una profunda crítica a la sociedad industrializada del momento hasta las más estrechas relaciones familiares, pasando por un profundo análisis de lo que es la vida y cuál es su sentido.

Por un lado, encontramos una crítica a la sociedad del siglo, que podemos definir basándonos en lo que el autor nos refleja como pragmática; pero no en el sentido propiamente filosófico de la palabra, sino de un modo más de andar por casa: una sociedad que basa su vida en la búsqueda de la utilidad a través de o bien el dinero o bien las influencias sociales. Kafka la critica a través de la experiencia personal del protagonista, Gregorio Samsa. Este, víctima de su empresa comerciante, está obligado a hacer largos viajes para cerrar tratos o negocios, con el único objetivo de poder traer dinero a casa con el que poder mantenerse, sin ser esta una actividad precisamente de su agrado, y es que podemos apreciar desde la primera página su desgana hacia el hecho de tener que trabajar: <<¡Qué cansada es la profesión que he elegido! Siempre de viaje>>. Esta vida carente de sentido empeora todavía más en su situación familiar, que reflejando a los padres (e incluso a la hermana) como los antagonistas escondidos de toda la historia, buscan ocultamente el flujo de dinero en la cuenta corriente para poder afrontar los pagos de la casa olvidándose de su hijo. No somos más que parte de un gran engranaje.

Nos encontramos ante un trabajo horrible y una situación familiar todavía peor. Sin embargo, Gregorio decide mentirse a sí mismo e ignorar las circunstancias que rodean el ambiente en casa, de modo que aquí se plantea una cuestión: ¿en qué medida debemos anteponer nuestros deseos o apetencias a nuestros parientes? ¿Es que debemos confiar en nuestros padres sin importar lo demás? Aunque parezcan respuestas relativamente fáciles, en esta obra se nos presenta una situación en este sentido adversa, nos encontramos ante unos padres interesados, que no paran de mostrar una recurrente hipocresía hacia su hijo o el resto de la familia. Esto se puede apreciar fácilmente en el pasaje en el que se nos cuenta cómo la madre se negaba a pasar página por el simple hecho de no tener que aceptar un problema de estas características (tales como tener a tu hijo convertido en una cucaracha) únicamente por no verse obligada a reconocerlo delante de su familia. ¿Son las relaciones familiares vacías? Se pregunta el autor.

Por otro lado, al ser el existencialismo la corriente filosófica más extendida en la Europa del siglo XX en la que es escrita la obra, lo más seguro es que nos encontremos características propias de esta, y es que parece que, al ser todo tan insulso y sinsentido –la sociedad, las relaciones familiares…- aparece constantemente un “vacío existencial” que, paradójicamente, lo inunda todo. ¿Es que hay algún sentido en simplemente “vivir”? Si este vacío realmente se da, ¿es la felicidad una pretensión inalcanzable? Si somos solo marionetas, ¿dónde quedan nuestros deseos y más profundos anhelos? Kafka nos plantea la posibilidad de que, ese vacío tan existencialista sea difícil, si no imposible, de rellenar.

Por ello, podemos decir que todas las relaciones sociales se caracterizan por el absurdo, resultado de un mundo y una vida que, forzada por la sociedad a carecer de sentido, se dirige a ninguna parte, de modo que nada es verdad y nada es mentira. De este modo, el autor no puede evitar reflejar todo esto en ello, al ver la sociedad como algo igualmente irreal, un gran y asqueroso absurdo.

 Bosco García

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